Temía que se le olvidaran los besos. No unos besos concretos, sino los besos.
Temía olvidar las caricias, el escalofrío hermoso que te inunda entera cuando amas y te aman.
No temía olvidar unos besos concretos. Esos no se le iban a olvidar nunca.
Temía olvidar los besos, quedarse anclada en la sordidez de lo yerto, lo yermo, lo muerto.
En la ausencia de amar